Querida Conchi;

Te fuiste con las botas puestas mientras, con esmero y dedicación, preparabas el chocolate para tus niños de comedor.

No olvidaremos tu bien hacer y ser, buscando siempre que todos estén bien, contentos, atendidos tanto que te olvidaste de ti misma, nos dejaste escuchando a los más pequeños en el patio que con cariño te preguntaban ¿Hoy qué comemos?

Siempre estuviste para todos, a nadie supiste decirle que no.

Tu familia, tus monjas, tus profes, tus niños, tu colegio a los que cada mañana presentabas a la Virgen al pasar por la capilla.

Tú siempre estabas bien, y nos decías: esto se pasa.

Cocinabas como la mejor, en agrado nadie te ganaba, tus manos rotas siempre estaban para dar, tu preocupación te hacía valerte de conocidos para siempre ayudar. ¿A caso había algo que no se te diera bien?

Hoy todos nos vamos con el corazón roto pero también repleto de agradecimiento y reconocimiento por tantos años de servicio, de entrega, de disponibilidad, de crecimiento en esta familia que tú hacías y alegrabas, que tú amabas y te interesabas, sabiendo que siempre siempre y para todo podíamos contar contigo.

Tu vida nos ha enseñando lo que significa ser humano, ser hermana, ser familia, ser amiga, SER con mayúsculas, porque nadie podrá llenar el vacío que tu persona nos deja.

Gracias porque has sido, eres y serás siempre ejemplo de vida a seguir.

Gracias por la paz y la tranquilidad que siempre nos transmitías.

Gracias porque eso es lo que nos ha enseñado tu vida, repleta de nombres que hoy y siempre dejarán tu huella en su historia y en su memoria.

Descansa en paz, TE QUEREMOS!!!

Familia HPM del Colegio San José