María, seguidora de Jesús y compañera de nuestro camino, le decíamos el viernes 30 de mayo que viniera con nosotros al caminar en este jubileo de la esperanza. Ella como mujer peregrina le pedíamos que hiciera crecer la esperanza en nosotros recordando con Ella las personas que nos invitaron a conocerla y rezarle, que nos ayudará a reconocer las señales y los signos de esperanza en nuestro mundo. Sus virtudes, tan necesarias para nosotros nos alentarán en el camino llevando en nuestra mochila todo lo que Ella nos ha ido ofreciendo y presentando en la vida para poder superar las dificultades del camino con la oración, el cuidado, las relaciones y el Espíritu de Dios. Para poder ser con Ella fermento de concordia, transparencia del Evangelio que proclama al Dios vivo y Salvador.
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